MARRAKECH
La traducción de Marrakech es "Tierra de Dios", y aquí se unen el culto a la oración junto al bullicio de una ciudad que aunque notablemente turística mantiene su esencia más tradicional. Marrakech ha sido apodada como la "perla o la puerta del sur", y también la ciudad Roja.
Efectivamente hay un color que más que rojo es anaranjado que sobresalen en todos los edificios de destacables de esta ciudad Imperial. Tal vez lo más famoso de Marrakech es su concurrida plaza principal llamada Yanaa El Fna y que la UNESCO le otorgó el título de Patrimonio de la Humanidad en 2,001. El nombre de dicha plaza podría deberse a que era el lugar donde se ajusticiaba antiguamente a los ladrones o tal vez también haciendo referencia a una gran Mezquita que había construida en este lugar, en cualquier caso esta gran plaza es el gran punto de encuentro de turistas y locales y donde a todas horas, incluso en horario nocturno está abarrotada de gente.
En todo caso no faltarán restaurantes, cafés y además esta plaza tiene varios zocos, donde la tentación para comprar no faltará al visitante, también trovadores, encantadores de serpientes, y todo tipo de entretenedores además de curiosos dentistas que tienen al aire libre su puesto para extraer muelas. Como dato curioso habría que reseñar que el gran maestro del cine Alfred Hitchcock rodó en esta plaza algunas escenas de su película "el hombre que sabía demasiado".
Adentrarse por las calles adyacentes de esta plaza es adentrarse en la cultura marroquí más pura, y sus calles nos llevarán a ambientes diferentes pero con cierto encanto ambiental que será presidido por el monumento más emblemático de esta ciudad. La Kutubia hermana gemela de la Giralda de Sevilla, allí nos acercaremos después más tarde para verla y observarla con detalle desde más cerca.
Pero antes tal vez para parar un poco el estresante pero bonito ambiente de las calles de Marrakech, podemos hacer un pequeño alto en un edificio de francamente espectacular belleza mudejar, se trata del palacio de La Bahia.
No se trata de un edificio especialmente antiguo ya que data de tan sólo el siglo XIX y se construyó para competir con todos los que se estaban construyendo principalmente en Europa, pero también en lugares como Turquía y que pretendían reflejar el resplandor pujante de cada país. Así pues Marruecos puso mucho empeño de hacer un Palacio que pretendía ser el mayor del mundo. Sólo sus jardines tienen una extensión de 8,000 m2 y el edificio tiene la friolera de 150 habitaciones.
Al igual que los palacios de Turquía, mandados a construir por Sultanes, éste fue construido por orden de un Visir, concretamente el Visir de Si Moussa. Bahía era el nombre de una de sus esposas y también resulta espectacular su harén que incluye un gran patio decorado con un estanque central rodeado por las habitaciones de sus 4 esposas y 24 concubinas. Al fallecer el Visir todos los ocupantes incluidas las esposas y el Sultán desvalijaron el edificio, pero dejando (afortunadamente) las impresionantes decoraciones de los techos intactas.
Sus patios interiores son dignos de destacar, sembrados con todo tipo de árboles frutales y plantas exóticas que dan un toque de naturaleza y tranquilidad dentro de esta ciudad frenética, y por tanto nos da un respiro relajante antes de seguir conociendo esta increíble ciudad. Por tanto seguimos estando en plena Medina de Marrakech y en cuanto salimos después de haber deleitado nuestros ojos con tanta maravilla arquitectónica seguimos por las transitadas calles de la ciudad.
Sus calles tan auténticas nos mostrarán todo el gusto magrebí por las compras y los zocos, volvemos al bullicio. Marrakech fue en diversas ocasiones capital de Marruecos, aunque actualmente la capital la ostenta una ciudad relativamente lejana a esta, Rabat.
Aún así Marrakech sigue siendo hoy la principal ciudad turística de Marruecos, aunque curiosamente no es costera, y está muy cerca de la cadena montañosa del Atlas, por eso mismo aquí el tiempo en ocasiones es cambiante y no es raro que la gente tenga que ponerse en ocasiones manga larga ya que el frío de las cumbres nevadas suele llegar hasta aquí.
Una ciudad que aunque arquitectónicamente es de predominio rojizo como su apodo indica, es una ciudad multicolor ya que los juegos de colores serán evidentes en cuanto transitemos por sus estrechas y atiborradas calles de la Medina.
Si nos agobian las calles llenas de gente, no hay problema en hacer alguna parada en alguno de sus impresionantes monumentos, y es que recordemos que Marrakech es tal vez la ciudad Imperial más importante de Marruecos.
El complejo en donde están las célebres tumbas saadíes es mucho más antiguo que el Palacio de la Bahía, ya que datan del 1,570, pero fueron descubiertas a principios del siglo XX y es desde entonces que pueden ser visitadas. Impresionantes son sus mosaicos que decoran las paredes del edificio donde se asientas así como las que decoran sus tumbas.
El edificio es impresionante y con reminiscencias muy parecidas en su arquitectura a la de la Alhambra de Granada. El Mausoleo principal (en la imagen) es el más importante de este edificio. No se tarda mucho en visitar este edificio y es más que recomendable su visita al mismo.
En este mausoleo principal están enterrados el Sultán Ahmad Al-Mansur , su hijo y su nieto, pero tal vez la más hermosa es la de al lado donde están enterrados sus otros hijos y que se le conoce como la sala de las doce columnas.
Antes de finalizar nuestra caminata por Marrakech, que mejor que terminar donde está el mayor vigilante que habrá seguido nuestros pasos por la ciudad... Su famosa Kutubia, que se dice que es hermana gemela de la su no menos famosa hermana la Giralda de Sevilla. Es el minarete principal de la Mezquita más importante de Marrakech, de hecho se le conoce como Mezquita Kutubia, pero en esta ocasión no podremos acceder a ella a no ser que seamos musulmanes. Por lo cual los no musulmanes deberán conformarse con recorrer este monumento por fuera y admirar esta famosa torre.
Y es que aunque de lejos no lo parece esta torre también tiene su interés arquitectónico. Fue construida durante el siglo XII por Yacoub El Mansour y que fue la que sirvió de inspiración para construir posteriormente la Giralda de Sevilla y la torre Hasan de Rabat.
Con sus 77 metros de altura, es el edificio más alto de la ciudad de Marrakech, y aunque hoy vemos solo algunos azulejos incrustados en ella, antiguamente estaba totalmente adornada por ellos además de por estuco y cerámicas. Lamentablemente a diferencia de la Giralda de Sevilla, en esta ocasión La Kutubia no es visitable por su interior, pero al igual que aquella posee una rampa lo suficientemente grande para que pudieran transitar caballos hasta su cima a fin de que los muecines pudieran llamar cinco veces al día a la oración.
Pasear por los alrededores de la Kutubia es muy agradable gracias a los numerosos jardines que la rodean, y además el ambiente aquí no es tan agobiante como en la Medina de esta ciudad, por lo que uno no va tropezando con el gentío que hemos dejado atrás en la Medina de calles estrechas pero de gran plaza.
otro de los monumentos más famosos de Marrakech ya a las afueras de la ciudad y muy próximo a su aeropuerto internacional. Se trata de los Jardines de la Menara reconstruidos alrededor del año 1,870 ya que aunque se construyeron en siglo XII cayeron posteriormente en el olvido y en donde se encuentra un gran estanque que fue encargado por el Sultán Sidi Mohammed y que la tradición cuenta que fue el lugar donde los sultanes realizaban sus encuentros amorosos.
No nos vamos de Marrakech sin volver a visitar su transitada Medina ya que una visita no es suficiente. Su Medina también fue declarada en 1,985 por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, pero en esta ocasión no podemos dejar de pasar a visitar su impresionante puerta de Bab Agnaou, era una de las diecinueve puertas que tenía esta ciudad cuando estaba rodeada de murallas y además posee una excepcional belleza arquitectónica, en todo caso esta era la puerta más importante de las diecinueve. Y ahora aprovechamos esta entrada para salir y dejar esta ciudad esperando volver en un futuro próximo, ya que desde luego hay tanto para ver que es imposible visitarlo todo.